Esta era una condesa que llego a
Veracruz en la época de la
Colonia, vivía en el actual Boca
del Rio tenía una hacienda, era
bonita y tenía dinero, la historia
dice que tuvo muchos hombres
porque cada joven que le gustaba
lo atraía, era como si los
hechizara y al poco tiempo de
que el hombre estuviera con ella,
desaparecía algunos creen que
los mataba. Es inexplicable como
construyo un túnel que iba de su
hacienda a la cárcel de Allende,
el túnel pasaba debajo del agua.
La condesa buscaba, llamaba a
los hombres de la cárcel se los
llevaba y después desaparecían.
Tiempo después comentan que
encontraron ese túnel, que
algunas personas quisieron
investigar y ver que había pero
muchas no salieron de ahí. Lo
último que se supo es que
encontraron cadáveres en ese
túnel. Se le llama Condesa de
Malibran por su apellido, no por
el actual mercado Malibran de la
Ciudad de Veracruz.
viernes, 30 de septiembre de 2011
Comentario Sobre: La Mulata de Cordoba.
Era una mujer muy bonita que
vivía en Córdoba, Veracruz.
Todos los hombres la pretendían,
pero en ocasiones los rechazaba,
los hombres se disgustaban y
comenzaron a hacer rumores de
que aquella mujer tenía pacto
con el diablo o practicaba la
brujería porque nunca envejecía.
Entonces la encarcelaron junto
con otras personas que también
crían que eran brujas, los
llevaron a la cárcel de San Juan
de Ulúa; cuenta la leyenda que
esta mujer en su celda, dibujaba
un barco, el carcelero que vio
este dibujo comenta que el dibujo
parecía real, porque el barco y
las olas se movía. Un día el
carcelero le llevaba la comida a la
mujer, pero antes de que abriera
la mujer solo le sonrió y se metió
en el dibujo, al instante
desapareció junto con el dibujo.
El carcelero se volvió loco porque
nadie le creía lo que había visto.
En San Juan de Ulúa aun se
conserva la celda de la mulata. La
llamaron mulata porque ella era
una mujer morena y porque
dicen que pertenecía a esta casta.
vivía en Córdoba, Veracruz.
Todos los hombres la pretendían,
pero en ocasiones los rechazaba,
los hombres se disgustaban y
comenzaron a hacer rumores de
que aquella mujer tenía pacto
con el diablo o practicaba la
brujería porque nunca envejecía.
Entonces la encarcelaron junto
con otras personas que también
crían que eran brujas, los
llevaron a la cárcel de San Juan
de Ulúa; cuenta la leyenda que
esta mujer en su celda, dibujaba
un barco, el carcelero que vio
este dibujo comenta que el dibujo
parecía real, porque el barco y
las olas se movía. Un día el
carcelero le llevaba la comida a la
mujer, pero antes de que abriera
la mujer solo le sonrió y se metió
en el dibujo, al instante
desapareció junto con el dibujo.
El carcelero se volvió loco porque
nadie le creía lo que había visto.
En San Juan de Ulúa aun se
conserva la celda de la mulata. La
llamaron mulata porque ella era
una mujer morena y porque
dicen que pertenecía a esta casta.
martes, 27 de septiembre de 2011
Leyenda de la condesa de Malibrán
En la ciudad de Veracruz, a principios del siglo veinte, se rumoraba entre la gente acerca de algunas cosas extrañas que pasaban en la casa de una mujer que había llegado a la ciudad acompañada de mucho lujo, y que frecuentemente visitaba a una persona que practicaba la brujería, ya que se encontraba desesperada porque no podía tener hijos.
Nadie sabía de donde llegó esta mujer, se sabía que era esposa de un conde de la corona española que continuamente andaba de viaje por periodos largos de tiempo, y que el lugar donde vivian era una mansión muy lujosa, por ese motivo fué conocida por la gente de la ciudad como la condesa de Malibrán, ya que por aquellos años, en lo que en la actualidad son las calles de Lafragua y Malibrán, existieron un rancho y un panteón que llevaban el nombre de Malibrán.
En su calidad de puerto, a Veracruz siempre llegan barcos de todas partes del mundo, y la hermosa condesa, buscaba algún visitante que le agradara para invitarlo a las fastuosas fiestas que organizaba en su mansión durante la ausencia de su esposo y que se prolongaban hasta el amanecer; momento en el cual, se iba la gente y la dama quedaba sola con su acompañante en turno. Se dice que al trascurrír de los dias siguientes, el invitado en cuestión jamás volvia a ser visto.
Se cuenta, que durante mucho tiempo siguió viendo a la bruja, para rogarle que le quitara el malefìcio de no poder tener hijos, hasta que por conducto de esas hechicerías, logro embarazarse, teniendo por resultado el nacimiento de un hijo deforme al cual trató de ocultar, manteniendo su vida de fiestas exageradas y amores ocasionales que desaparecian sin dejar rastro alguno.
Un día, regresó su esposo de un prolongado viaje y al abrír la puerta el criado con el niño en los brazos, el conde estrepitosamente corrió hasta la recámara para exigír una explicación cuando la descubre en los brazos del amante en turno, enfurecido se avalanza sobre los infieles y los mata a los dos con su espada, ordenandole al criado que los arroje a un pozo lleno de lagartos que se situaba al fondo de su propiedad, el criado testigo fiel de la vida de esa casa, relata horrorizado al conde como la condesa mataba a sus amantes y para no dejar huella del delito los echaba a ese pozo lleno de lagartos; el conde asqueado por lo que escuchaba arrojó los dos cuerpos junto con el del niño al pozo. Se dice que el buen conde se volvió loco y que se le veía muy seguido por las calles del puerto gritando fuertemente "justicia, justicia, y que muera la condesa de Malibrán".
La Mulata de Córdoba
Cuentan que allá por el siglo XVII, vivía en la villa de Córdoba, Estado de Veracruz, México, una hermosa mujer de origen mulato cuyos padres fueron una negra de quién heredó su porte gallardo y un caballero español. Y dicen que esta mujer hermosa se dedicaba a curar a los esclavos negros y a todos los pobres que se enfermaban. Su vida transcurría también entre la bondad de brindar limosna y ayuda a los más necesitados de la villa de Córdoba. La Mulata - como todos le llamaban - no vivía con nadie, y sólo a veces le acompañaba un indio viejo.
Ella, en la soledad de su casa, se dedicaba a la preparación de filtros mágicos y amuletos para sanar las dolencias del espíritu, curar los males de amor, retirar las envidias y casar a las solteronas.
Y también cuentan las malas lenguas, que la Mulata de Córdoba vivía sola porque tenía como amante al Diablo, y que de su casa, por las noches, salían fuertes olores a azufre y brillantes lenguas de fuego. Aseguraban que algunas veces se le veía volar con una escoba, con su rostro bello, pero con una risa que brillaba en sus dientes aperlados.
Un día, una mujer criolla vino desde Córdoba a la Ciudad de México para denunciarla como hechicera y bruja. Lo cierto es que esa mujer estaba celosa dela belleza de la Mulata porque su marido la pretendía.
¡Claro!, la Mulata de Córdoba no tenía ojos para nadie, sólo eran ella y la bondad para con sus pobres.
Cuando el Tribunal del Santo Oficio terminó de escuchar las infamias hacia la Mulata, mandó al inquisidor Villegas a la villa de Córdoba para aprehenderla. Ya presa en el Palacio de la Inquisición, se le preparaba un auto de fe para sentenciarla a la hoguera. Los habitantes de la Ciudad de México y los pueblos que la rodeaban, se enteraron que llevarían a la Mulata de Córdoba a l quemadero de San Diego, que estaba a un costado de la Alameda.
Pero un día, la Mulata en su mazmorra, le dijo al carcelero que le llevara un pedazo de carbón. El carcelero le dijo que en lugar de pedirle carbón le rogara al Santísimo por la salvación de su alma . Pero seducido por la altiva y hermosa presencia de la Mulata, le llevó lo que pedía. Al otro día la Mulata le gritó al carcelero que fuera a ver lo que había pintado en la pared.
- ¿Qué le faltará a este barco que pinté en el muro ?- dijo sonriendo la bella mujer. Y el carcelero dijo: -¡pues a ese barco, que es perfecto , sólo le falta navegar ! - Pues navegará - dijo la Mulata subiéndose inmediatamente al barco, y navegó en el oleaje de la pared hasta perderse en un rincón.
En ese momento se escuchó una estruendosa carcajada de mujer que rebotó en todo el Palacio de la Inquisición . Cuando los guardias bajaron al lugar donde tenían presa a la Mulata, sólo vieron al carcelero que estaba muerto, agarrado fuertemente de los barrotes y con los ojos abiertos y perdidos en un rincón de la mazmorra.
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